The Mad Cupid

4 Nov

He decidido retomar el blog casi por petición popular, este espacio donde he crecido y he sufrido a partes iguales. Entre el dolor y la alegría fluye la vida. Donde la razón y el corazón dialogan intensamente, aunque como mujer madura que soy, la racionalidad gana terreno cada vez más y afortunadamente.

Ya no corro detrás de quien no quiera estar conmigo, de compartir un momento especial de charla, un debate, una conversación o un vino reconfortante. Los momentos así no los comparto con cualquiera. Pero confieso que me he arrastrado alguna vez mendigando migajas de amor o de atención que ahora mismo no quiero… También soy capaz de abandonar un espacio sin pedir perdón por ello, si el ambiente se torna violento para mi, creo que es justo y necesario para mi autocuidado y el de cualquiera.

Me he dado cuenta que una de las cosas más sanadoras y que más alegría me aporta en la vida es la escritura, la escritura feminista, con perspectiva de género, no puede ser de otra manera. Si algo me ha hecho mi propia experiencia vital es ser cada vez más feminista, más sensible a las diferencias y con más conciencia social. Mi maternidad, dolorosa y mística en modo revelación, me ha hecho ser como soy, doy gracias al destino porque Guillermo me haya elegido como madre, me ha hecho más fuerte, más humana, más luchadora, no se como sería ahora sin él pero creo me gusta el punto en el que me/nos encontramos. Después de esto pocas cosas me dan miedo, si acaso la soledad compartida, gélida y destructiva… Me aterroriza…

Mi alma de escritora pide paso, tengo muchas cosas que contar, por simple acumulación de tiempo. Me resisto a los 51, a abandonar mi juventud aunque si soy sincera confesaré que nunca pensé en estos años con tanta plenitud y alegría (previo paso por terapia algunos años)… Ha sido un proceso largo y duro y de revisión permanente pero necesario para entender por qué a mi…

Ahora solo quiero caminar bien acompañada, tranquila, firme, con personas, lugares y lecturas que me aporten. De vez en cuando abandono la lectura, mi cabeza entra en ebullición y necesito descansar, demasiadas ideas se entrecruzan, proyectos inacabados y proyectos futuros. Me confieso también obsesa del disfrute, he somatizado tanta pena durante años que cada momento es bueno para desquitarse, para desprenderse de capas de piel quemada… Vivir con la intensidad, la alegría y la adrenalina de no saber lo que va a pasar, salvo lo previsible del día a día, ese es mi mantra, aquí y ahora.

De momento este blog seguirá siendo autobiográfico y lo mezclaré con relatos, algunos personales y otros no, con la idea de finalizar algún día el libro de mi vida que no es ni mejor ni peor que la tuya, ni siquiera a lo mejor merece ser contada… Pero qué es la literatura al fin y al cabo sino la capacidad de sumergirse en otras vidas, identificarse, vivirlas como si fueran propias y amar u odiar a los personajes que rodean a la protagonista…

Y por último una reflexión sobre el amor (y aquí lo dejo de momento), ese tema pendiente en mi vida y en la de otras mujeres adictas a esta drojaína que a veces nos mantiene en una realidad paralela e inexistente. Recurro a una cita que ya puse en un post de Las relaciones igualitarias de la gran activista, escritora y feminista Kate Millet: “El amor ha sido el opio de las mujeres como la religión de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban”… Y aún ahora en pleno siglo XXI tenemos mucho que deconstruir para conseguir relaciones claras, sanas e indoloras. He pasado por distintas relaciones afectivo sexuales, algunas les quitaría incluso el afectivo, rupturas, duelos y no paro de aprender del ensayo-error, aunque tuviera 100 años.

«Y entonces el rebelde Cupido entendió el poder de su flecha. Se dio cuenta de que haríamos cualquier cosa que él quisiera asustadas de perderle. Como nos ocurre a veces, el amor no es un aliado, puede ser nuestro enemigo. Puede cegarnos de la realidad, negar lo que sentimos, nos deformará. Y cuando esto ocurra, prepárate, será un largo camino de vuelta hacia nosotras mismas» The Mad Cupid. TAKI 2021

Palarizada

12 Oct

Se levantó aquel día desconcertada, la noche anterior no había podido degustar la cena, le sabía insípida, como si hubiera perdido el sentido del gusto. Sintió una punzada intensa de dolor en su oído izquierdo y decidió acostarse pronto, tenía que madrugar para ir a trabajar y llevar a Pablo al colegio.

Se lavó la cara y a continuación dirigió su mirada al espejo… había tenido una semana muy dura de esas de las que viajas en el metro y tu cabeza no para de pensar, en modo centrifugado On. Le dió vueltas a su situación y la de su hijo, muchas ideas, ninguna buena. En el espejo no se reconoció en sus facciones estáticas ni en su alma caída. Sus brazos derrotados cogieron fuerza para apoyarse en el lavabo e impulsarse, para sacar pecho… la soledad, el desconcierto, los problemas, habían minado su voluntad reduciendo todo a cenizas. Presente sin futuro, sin posibilidad de ver más allá.

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Ilustración: Ella de Souza

Lloró mares después de aquella reunión donde la psicopedagoga del colegio le había confirmado las sospechas de que su hijo tenía rasgos TEA (Trastorno del Espectro del Autismo), tan solo faltaban unas pruebas que determinarían el diagnostico. Llegó a casa y lo primero que hizo fue poner en el buscador de su ordenador las siglas  TEA y empezó a temblar, negó los resultados de la búsqueda. Un calambre frío recorrió todo su cuerpo, el miedo se apoderó de ella… Definitivamente no estaba preparada para esto. Ella quería un niño como todos los demás, listo, simpático, sin problemas para relacionarse, que no se escapara del parque, una réplica de niño neurotípico exitoso. La realidad era muy distinta, a Pablo le había costado empezar a hablar (empezó con cinco años), no se relacionaba bien y tenía problemas de aprendizaje.

Cuando tomó conciencia fijándose en la imagen que le devolvia el espejo, se dió cuenta de que el lado derecho de la cara se había paralizado, no podía pestañear, la comisura de su boca estaba caída y los músculos de la cara no respondían a su voluntad. El miedo había tomado forma y ocupado su cuerpo. Rápido corrió a Urgencias en espera de un diagnóstico: parálisis facial o parálisis de Bell (fruto quizás del miedo, ansiedad y depresión, nunca supo el motivo verdadero). Lo que ocurrió después es una larga y trabajosa historia…

 

 

#SinColegioSinDerechos

27 May

GUILLERMO 13 AÑOS

Tengo un hijo de 13 años a punto de cumplir 14 años sin escolarizar. Decidí su desescolarización por un problema de acoso escolar y tras un desencanto personal y la convinción de que las autoridades educativas no iban a hacer nada por mí, solo dejarlo pasar… Después del suicidio de Diego en un colegio concertado de Villaverde en Madrid, y hasta que me adjudicaban colegio, no estaba dispuesta a que mi hijo siguiera pasando por el mismo calvario. Iba al colegio con las manos en los bolsillos intentando ser invisible para no ocupar el lugar físico que le corresponde y que no se le viera ni se metieran con él.

GUILLE TRILLO

Guillermo #SinColegioSinDerechos

Tras los primeros síntomas de acoso empecé el protocolo de actuación que tanto nos venden por televisión: primero informar al centro por escrito (nunca me contestó, hablar con el inspector de Carabanchel que me dio buenas palabras y no hizo nada y acudir al Jefe de Área de Educación de la Comunidad de Madrid que nos ignoró igualmente).

Mi hijo fue diagnosticado en febrero de Sindrome de Asperger, para quien no sepa lo que es, contaros que es un Trastorno del Espectro Autista que se caracteriza entre otras cosas por no tener habilidades sociales, las tiene que aprender en terapia, le cuesta relacionarse, no entiende la ironía y su percepción del mundo es completamente diferente a la nuestra, tiene mucho que aprender… Tiene reconocido un grado de discapacidad del 34%.

Un 60% de los alumnos diagnosticados con el Síndrome de Asperger sufre acoso escolar, y en general los niños y adolescentes con Trastorno del Espectro Autista son carne de cañón en colegios ordinarios, por su comportamiento «no normativo» en una sociedad que se jacta de integradora y moderna y que todas las madres y padres que tenemos hijos con este trastorno, sabemos que devora a las personas que salen de la normalidad.

A día de hoy, 27 de mayo y desde el 11 de marzo que decidí que no iba más al colegio La Milagrosa de Carabanchel, he rechazado dos colegios porque no tienen aula TGD (Trastorno Grave del Desarrollo), es decir, su escolarización debe ser en un colegio ordinario con un aula de 5 niños con el mismo diagnóstico que él  (aunque a menudo la ratio por aula está superada a 6 y 7 niños) y con todo tipo de apoyos incluido un integrador social. La DAT (Dirección de Área Territorial) de la Comunidad de Madrid me ha reconocido que no hay recursos y ha permitido que mi hijo esté sin escolarizar desde la fecha  hasta hoy perdiendo todo un año. En conversaciones con distintas personas que forman parte de la burocracia de este sistema en Madrid, reconocen que mi caso es una patata caliente.

DANI 12 AÑOS

Dani tiene diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista y ha cursado infantil y Primaria en aula TGD de un cole ordinario. Se caracteriza por rigidez mental en muchas situaciones, necesita tener todo muy bien estructurado, horarios y actividades perfectamente planificadas, es muy sensible y le afecta mucho el estado de las personas que le rodean. Le tranquiliza sus normas y sus planes con los pictogramas. Dani habla a diferencia de otros chicos con este trastorno y tiene un grado de discapacidad del 66% Ahora está en sexto de Primaria y tiene que pasar a Secundaria. Sus padres han solicitado plaza en un instituto con aula TGD que está adscrito al colegio de Primaria. Por ley, la vacante que va a quedar en este aula tendría que ser de Dani. Desde la DAT de Vitruvio, no aseguran que la vacante sea para Dani, ya que hay muchos alumnos sin plaza.  Si no la consigue les recomiendan que escolarice a Dani en un instituto pequeño en educación ordinaria con apoyos que sería como meterle en la boca del lobo.

DANI CRIS

Dani #SinColegioSinDerechos

En el instituto que los padres solicitan con aula TGD van a ir niños de su colegio de Primaria lo que facilitaría su integración en Secundaria. Los cambios para los niños con autismo son muy acusados y el hecho de estar con compañeros de Primaria afecta a su bienestar emocional. Pero a la Consejería de Educación de Madrid le da igual, es lo que hay…

Los padres de niños y niñas como Dani y Guillermo nos enfrentamos a los problemas sociales derivados de su trastorno y a los problemas de su escolarización y de la ley actual, ya que en Bachillerato se les retiran los apoyos y muy pocos consiguen titular. El desgaste emocional es tremendo.

LUIS MIGUEL 5 AÑOS Y JORGE ALBERTO 3 AÑOS

Estos dos hermanos con un diagnóstico temprano (de 18 meses y 2 años) tienen Trastorno del Espectro Autista, además Luis Miguel sufre ataques epilépticos. Luis es un niño muy querido y muy popular en su colegio, a Jorge le cuesta todavía relacionarse ya que no tiene aún lenguaje verbal. Todavía  se está evaluando su grado de discapacidad.

Sus padres pidieron por conciliación familiar y por la situación del padre que no puede conducir (65% de discapacidad visual) el mismo cole para Jorge Alberto que al que acude Luis Miguel, su hermano mayor.La repuesta de la DAT  es que la ratio de niños por aula está superada y que no le pueden escolarizar en el mismo centro. Les han ofrecido un centro en la zona de Cuatro Vientos con aula TGD a lo que los padres se niegan. Supondría que el próximo curso deberían desplazarse desde  la zona de O´Donnell hasta Cuatro Vientos, cada uno en una punta de Madrid. A la difícil situación de esta familia con dos hijos afectados con autismo, se une que no tienen familia que les pueda echar una mano además del gasto extra de las terapias individuales de los dos niños. Llevar y recoger a Luis Miguel y Jorge Alberto se convertiría por lo tanto una carrera de fondo para sus padres. Les han hecho firmar desde la Consejería un documento en el que aceptan un aula ordinario con apoyos y no un aula TGD. De momento están si colegio.

Estos son solo algunos casos que demuestran como está el sistema educativo en nuestro país, sin recursos, con recortes, sin suficientes aulas TGD para nuestros hijos, sin profesionales verdaderamente formados, cuando cada vez hay más niños diagnosticados con este Trastorno, del que existen diferentes grados. Por eso pedimos tu apoyo para la difusión del hastag #SinColegioSinDerechos, para que se conozca la grave situación de algunas familias, ya que solo pedimos lo que por ley nos pertenece y que se vulnera en la práctica.  Según el art. 27 de la Constitución Española: «Sección 1.ª De los derechos fundamentales y de las libertades pública. 1. Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza».

Los gozadores

11 Nov

Mi padre decía que «uno aprende a vivir justo antes de morir «. La fugacidad de la vida la tenía super clara, y nos enseñó a vivir en consecuencia. No digo que la nuestra fuera la mejor infancia del mundo. A mi padre le sobraba carácter y le faltaba implicación en nuestras cosas, pero a cambio nos enseñó a mis hermanos y a mí el significado del hedonismo, del disfrute. Recogimos el testigo cada uno como pudimos, creo que la que más se le parece soy yo. Después de su temprana muerte con 64 años tome conciencia de que el paseo por la vida es efímero, incierto y sorprendente. Me quedo como herencia el carácter  del padre más disfrutón del mundo, llevado con mucha honra y haciendo sobrados méritos para ello.

Mi padre era un tipo listo, guapo, un señor de voz grave, ojos verdes y pelo canoso, un seductor de manual, guapo hasta reventar, seducía en cuanto abría la boca, un tío simpático, de mundo. No tenía estudios pero tenía mucha labia, era un buen relaciones públicas, buen conversador, buena compañía y aunque no leía libros, leía muchos periódicos y estaba al tanto de la actualidad nacional y política. Además entendía mucho de vino, de la buena mesa y de placeres mundanos, cultura del vividor.

Algunos días llegaba a casa a las 7 de la mañana a acostarse y no venía del turno de noche de una fábrica precisamente, venía de recorrer salas de fiestas de Madrid, era representante artístico y si es cierto que era su trabajo, había una parte de ocio entremezclado. Nos cruzábamos algunas veces con él cuando nos levantábamos al colegio y  llegaba a casa con los ojos rojos de sueño y cierto olor a humo en su traje chaqueta. Por aquel entonces en las salas de fiestas madrileñas estaba permitido fumar. El decía «vengo de trabajar» y mi madre contestaba «eso no te lo crees tú ni harto de vino» y ese era el bucle de su conversación mañanera, que tantas veces escuché…

Cuando él y mi madre compraron la casa de campo a modo de inversión en una zona de Guadalajara cerca de Madrid, no le puso Villa Fulanito o Villa Menganita, le puso «Los Gozadores», todo un símbolo de intenciones de para que estaban allí. En modo patriarca con su bastón de madera disfrutaba de sus paseos por el campo, sus partidas de mus en el bar del pueblo, sus chatos de vino y supongo que del sexo con mi madre, (una vez les pille y fue la experiencia más traumática del mundo para mí, mis padres follando, nunca lo hubiera visualizado)… Allí hemos pasado momentos especiales, Navidades en familia llenas de luces intermitentes de colores, de calor, de buen marisco y buenos vinos, de olor a campo y chimeneas de leña en un invierno gélido con temperaturas bajo cero de la Alcarria. Allí hemos hecho fiestas de cumpleaños, de verano, celebraciones varias y ha sido mi retiro espiritual en épocas de depresión y de duelo.

No asistió nunca a ninguna reunión del colegio de monjas. De hecho si las monjas hubieran sabido en que ambientes se movia,  me hubieran echado del colegio… Sin embargo mi padre me enseñó a beberme la vida a su ritmo, a disfrutar de comidas en restaurantes exóticos con cubiertos imposibles para degustar las exquisiteces que pedía. Nos llevaba a pasar un mes de  vacaciones de descanso a hoteles con piscina cuando la cosa iba bien y tenía pasta, cuando la cosa iba mal nos decía «ahora no hay dinero para eso» pero quedaba suficientemente compensado con los lujos que nos brindaba en otras ocasiones. Así era mi padre de espléndido.

Igualmente para Reyes y cumpleaños éramos los niños más afortunados del mundo. El mejor regalo de mi vida y uno de los momentos más emocionantes de mi infancia fue cuando me llevaron mi madre y el  por sorpresa a una famosa tienda de Madrid a elegir un vestido de flamenco a medida, con zapatos de tacón a juego y todos los complementos, peineta, pendientes, pulseras… Lo tengo grabado como un momento estelar de mi niñez. Mis padres quisieron inmortalizar ese momento de alegría cuando recogimos mi vestido, con una foto de estudio en la que aparezco rubicunda y sonriente con los mofletes colorados de la emoción. Siempre he sido y sigo siendo de moflete colorado fácil sobre todo cuando me embargan distintas emociones. Para mi la alegría o la pena son sinónimos de moflete colorado incluyendo orejas si la emoción es super fuerte.

¿Quieres saber cómo fue como pareja? Un puto desastre… También fue un ejemplo para mí de cómo no deben ser las relaciones, lo que no debía tolerar en un hombre y la importancia de ser independiente económicamente (una idea que mi madre me repitió durante toda su vida y que tuve super clara viendo el percal), aunque con los años fue aplacándose y renunciando a sus juergas gitanas y perdiendo fuerza.  Se hizo más casero y más familiar.  La vida le pasó factura,  la tensión alta, su vehemencia, dos infartos…  maldijo su suerte porque nunca tuvo cojones para dejar de fumar. De hecho el tabaco acabo con su vida en un mes y medio desde que le detectaron, un cáncer de pulmón, supongo que los ambientes nocturnos llenos de humo y la vida sedentaria,  hicieron su efecto.. su muerte fue tan rápida como la velocidad de recorrido en su vida.

Cuando volví de un viaje a Nápoles y Costa Amalfitana en septiembre de 2005 y entre por la puerta de «Los Gozadores»  olía ya a enfermedad y a muerte, desconocíamos que en poco más de mes y medio mi padre nos abandonaría. Había descuidado el jardín y dejado crecer malas hierbas, la casa estaba sombría y con aspecto de película de terror. Lo que creíamos una depresión resultó un cáncer fulminante. No he podido volver a ver las fotos de mi último cumpleaños con él en el mes de julio, en octubre abandonó este mundo. Antes de hacerlo nos pidió que esparciéramos las cenizas por el jardín de «Los Gozadores» y nos meáramos encima, creo que alguno de mis hermanos cumplió está última voluntad, siguiendo sus deseos no hubo funeral… Ah y que el día de su duelo nos diéramos una mariscada en su honor, cosa que hicimos a lágrima viva pero hicimos… Si algo tenemos en mi familia es que no se nos quita el hambre con ninguna pena. Aquel día lloramos a moco tendido pero nos apretamos un par de botellas de vino blanco con su correspondiente mariscada.

No le perdono que me dejara en uno de los momentos más difíciles de mi vida, le necesitaba. Con el tiempo me he dado cuenta de que ha estado conmigo, me ha acompañado en decisiones importantes, su espíritu habita en mi, su presencia está en mi ADN, en mi alegría, en las ganas de vivir intensamente teniendo claro el presente por encima de todo… Siempre estuvo orgulloso de mí, de mi carácter luchador y de que me pareciera tanto a él aunque quería que estudiara medicina, yo que soy de letras puras!. Ahí no le pude satisfacer pero se que me abandonó este mundo orgulloso de mí.

¿Y mi madre? La primera persona que me enseño a odiar mi cuerpo fue mi madre. Me decía que era “guapa de cara” desmenbrándome de mi cuerpo y señalando lo imperfecto que era. Fui una niña regordeta y acomplejada, nunca me consideré guapa. Hasta hace poco, muy muy poco, me he empezado a querer, he empezado a querer mis pechos, mis piernas, mis brazos, mis hombros, mis pies… Años después derivaría en trastornos alimenticios para satisfacer a mi madre dentro de su insatisfacción de estar en una relación con un hombre que la restaba más energía de la que le aportaba. No la reprocho nada, en su educación patriarcal no entraba separarse de un seductor don Juan con cuatro hijos. Sobreviví como pude en un hogar con relacion tóxica y muchos gritos. Años después tuve que desaprender lo aprendido y aún sigo en proceso… La herida continua.

Ayer salí…

3 May

Son las 3 de la mañana y no paro de dar vueltas en la cama. Me quedan otras 3 horas para levantarme. Es puente de mayo pero en esta ocasión no ocurre como en años anteriores, habitualmente nos vamos fuera, a la montaña o al campito y madrugamos para no pillar atasco en la carretera.

No puedo dormir por más que me empeño, es una sensación contradictoria, son los nervios de ir de viaje al día siguiente pero esta vez es distinto, no hay bares de carretera donde parar a tomar un pincho de tortilla o un café para espabilarnos, no hay coches, ni lugares donde estirar las piernas y continuar el viaje…

Doy vueltas a un lado y a otro de la cama, no me duermo, atraigo a mi memoria con tristeza la sensación de salir de viaje, el pellizco en el estómago, el subidón efímero de alegría de salir al monte a respirar aire fresco… Vuelvo a la realidad, me deprime, aún así por un momento tengo un golpe de emoción, voy a salir a la calle después de 52 días confinada y no haberla pisado ni para ir a la compra…

Calle Antonio López desde Puente de Praga. Madrid

No se si mi mente va a superar lo que voy a ver, estos días lloro con una serie, con música, con cualquier cosa que me resulte emotiva. No se si voy a superar mi miedo al exterior, hace años padecí agorafobia y tengo miedo a salir de mi burbuja de seguridad, mi espacio libre de coronavirus.

Son las 6:30 de la mañana, he dejado preparada la ropa y la mascarilla que hoy estreno, despierto a mi pareja, llevo casi toda la noche despierta. No tomo café, tengo prisa por salir, por ver lo que me depara el «viaje». El hotel de al lado de mi casa lo han medicalizado durante la pandemia, aunque yo no he salido, mi vecina me mandó días atrás un vídeo muy duro, mi calle principal de referencia como escenario de guerra, la UME (Unidad Militar de Emergencias) en la puerta del hotel y dos ambulancias de UVI móvil, hoy voy a pasar por delante del hotel…

Abro la puerta y salgo a la calle, llevo alcohol de manos en el bolsillo, me froto las manos con él y la mascarilla puesta, me resulta difícil respirar pero no me la quito. Comienza el paseo, apenas nos cruzamos con algunas personas, llegamos a su altura, nos separamos… Durante una hora damos un paseo por el barrio, pasamos por delante del hotel, está cerrado con un cartel en la puerta que indica su próxima apertura, la fachada parece fumigada…

LLego al Puente de Toledo donde veo el parque de Madrid Río, el puente de la Arganzuela… La única certeza es que la naturaleza sigue, las flores de arbustos y plantas variadas ya han salido en el parque, el cielo está hoy esplendorosamente azul, los comercios están cerrados pero nada fuera ha cambiado… Los únicos que hemos cambiado somos nosotros después de esta experiencia y no tengo claro que todo el mundo lo haga por igual…

Ayer salí y hoy lo haré de nuevo. He vencido mi miedo, he podido dormir, pienso respirar fuerte y disfrutar del espectáculo que mis ojos me brinden, no aspiro a más, al día a día, a retomar el contacto con mis seres queridos en la «nueva normalidad», pero ese es el futuro ya… Quiero agradecer al destino o a la suerte que tengo salud y trabajo (algo que personas de mi entorno han perdido) y sobre todo que puedo salir, hay mucha gente que esta pandemia se ha llevado por delante y no gozarán de ese privilegio, aunque mi máxima aspiración y la de tod@s vosotr@s la encierre una sola palabra, LIBERTAD

Reflexiones sobre el Covid-19

25 Mar

Una de las cosas que más me conmueve del Coronavirus es el concepto de «distancia social», nunca un par de palabras juntas me habían producido tanta tristeza. Lo que cuidaba antes era el espacio vital del metro, que podría ser un equivalente, osea la línea imaginaria que trazas entre tú y el otro y que te permite no estar agobiada. La distancia social se quedará para la posteridad como un término de pandemina, de aislamiento, un término muy feo pero con mucho significado. Espero que no se quede para siempre instalado como concepto de lo que es «normal» en la sociedad post pandémica…

Escribo esto en la semana en la que se supone que tenemos los picos más altos de la enfermedad en Madrid, anoche 24 de marzo me notificaron la muerte de dos familiares de amigos, no se van a poder despedir de ellos, se ha instalado una morgue en el Palacio del Hielo (dado el aumento de mortalidad en mi ciudad y la falta de capacidad de la funeraria municipal) donde se les trasladará, y cuando acabe todo esto les entregarán las cenizas para que puedan enterrarles con sus familiares. El escenario no puede ser más frío y terrorífico… Según aumentan las cifras de fallecidos pasa del general al particular y empieza a tocarnos de cerca. La pandemia empieza a afectarnos a todos de una manera u otra tanto en lo económico como en lo personal.

#YoMeQuedoEnCasa

No doy crédito al aprovechamiento partidista de algunos políticos como si la situación fuera una oportunidad para una campaña electoral en vez de una oportunidad para cerrar filas e ir todos a una en un sistema sanitario que hace aguas precisamente por la privatización de hospitales llevada a cabo por los más críticos con la situación. Lo que toca ahora es arrimar el hombro y no poner piedras en el camino, esta pandemia no distingue de clases sociales, ni de nada. Tampoco doy crédito al odio de algunas personas en las RRSS que comparten post a diestro y siniestro sin ninguna fuente, ni fundamento, ni documentación, ni veracidad, base del rigor periodístico, solo haciendo demagogia en la plaza pública y repitiendo una mentira cien veces para convertirla en verdad, como se hacía con la propaganda nazi.

Aluciflipo con las alabanzas de las donaciones de los ricos como Amancio Ortega o de algunos famosos, que no deberíamos aceptar como salvadores del sistema, ya que conllevan beneficios fiscales y suponen un lavado de imagen en situación de crisis, una campaña de comunicación a medida. Como dice un colega en las redes, Toni Miralles, el cambio del sistema lo debemos decidir nosotros con nuestro voto en las urnas y no depender de la limosna de los ricos. No olvidarnos quien es el amigo de lo público y quien no.

La cuarentena es privilegio de clases, no es lo mismo pasarla en Madrid en un piso interior sin luz de 30 m2 que en un chalet en el campo con tu espacio para correr, pasear y hacer deporte al aire libre. Hay gente que no tiene acceso en sus casas a Internet y por lo tanto les es difícil trabajar desde casa y poder acceder a las plataformas de las tareas del colegio de sus hijos… Nuevamente aunque el virus no distinga, el impacto en las clases sociales más desfavorecidas es mucho mayor…

Pediría por favor a los señores famosos que dejen de hacer ostentación de sus bienes y riquezas. En estos momentos es una obscenidad… y que dejen de vendernos los medios de comunicación que es todo una oportunidad que nos ha puesto la vida y que es maravilloso para reconectar con tu interior. No nos hacía falta esta mierda para darnos cuenta de nada… es una prueba de fuego que se nos ha planteado sin más y que deberíamos saber gestionar (algunas personas con mayores herramientas emocionales que otras).

No se trata de transitar todo el rato por el dolor y la conmiseración de vivir en una sociedad distópica ahora mismo, sino de sobrevenirse al dolor con lo que podamos (aunque no se puede estar en todo lo alto todo el tiempo). Si no fuera por los balcones, los conciertos on line, los directos de Instagram y Facebook, las conferencias a la hora del aperitivo con nuestros amigos, este encierro sería muy diferente. Menos mal que nos pilla hiperconectados en la era digital (para casi todas las personas) y podemos acceder a tutoriales varios para hacer lo que nos apetezca… Aunque la opción de no hacer nada se presenta como una oportunidad grandísima en un mundo capitalista siempre productivo, donde parece que parar para no hacer nada es un pecado… No hacer nada ya es hacer algo en sí mismo… Enjoy….

«Cuando acabe todo esto»… es la frase más repetida en estos días. Pero, ¿y si no acaba? ¿y si empieza algo diferente?… Vencer al miedo al devenir, ir viviendo el presente sin proyectar nada… La pérdida de libertad individual es lo más doloroso de todo esto, con ir recuperándola poco a poco como quien recupera su tesoro más preciado, nos daremos con un canto en los dientes… aunque acabe progresivamente, pero ¡que acabe pronto por favor!… Mientras tanto #yomequedoencasa y sin juzgar desde mi balcón a la gente que sale de dos en dos, no hay otra…

Mujeres que recomiendan a mujeres

30 Jul

Que las mujeres somos enemigas es un argumento muy manido y utilizado reiteradamente por el patriarcado para desunirnos y que no alcancemos cuotas de poder. Las estadísticas no engañan, los cargos directivos ocupados por hombres en las empresas suponen un tanto por ciento mucho más elevado que de mujeres y están lejos de la paridad. Todavía existe el techo de cristal que nos frena en seco para conseguir cuotas de igualdad en este terreno. Particularmente nunca he creído en esta premisa ni otras con respecto a los hombres «un hombre criticón es peor que una mujer», dado que en los trabajos hay personas de todo tipo, independientemente de si es hombre o mujer, que son una escuela de vida para manejar las emociones.

Del muro «Stop telling women to smile»

En el plano personal he encontrado a más mujeres que hombres que han confiado en mí para determinados puestos de trabajo sin tener un ápice de rivalidad y ayudándome en mi búsqueda activa de empleo. Del mismo modo cuando me he enterado de que alguna amiga encajaba en algún perfil o puesto de trabajo no he dudado en enviarle la oferta de empleo para que aplique. En mi entorno es lo normal, todas mis compañeras de vida lo hacemos así, queremos que la de al lado progrese porque dentro de su progreso va implícito nuestro éxito como sociedad igualitaria.

Es en el trabajo donde creo que las mujeres nos ayudamos más, ¡a quién no le apetece rodearse de personas de su confianza en cualquier terreno! Sororidad en el puesto de trabajo. Tengo amigas con profesiones liberales y autónomas (como la estupenda y ecléctica diseñadora Carmela de Freakhand) a las que muchos proyectos les salen a través de otras amigas que tienen necesidad en sus empresas de determinados servicios y se acuerdan de ella por su confianza y buen hacer: un diseño de un stand, una traducción, una profesional para dar clases de inglés… También tengo amigas escritoras a las que admiro y que cuando presentan su trabajo apoyamos de manera incondicional en nuestro círculo, compartiendo lo que han hecho en redes sociales con orgullo y admiración. La última mi amiga May Serrano «Me caso conmigo misma» a la que asistimos en Madrid orgullosas de ser sus amigas o el libro de la bilbaína Juncal Alztuagarai «Mi suelo pélvico» . Sin esa admiración y soporte mutuo no sería posible ni su éxito ni el de las demás.

Igualmente he tenido jefas durante mi experiencia laboral que han sido un espejo en el que mirarme, mujeres fuertes, con personalidad que han tenido que conciliar vida laboral y personal en un país como España donde la conciliación ha sido y sigue siendo un temazo a debatir (aunque muchas empresas ha incorporado recientemente y lo van haciendo de manera progresiva planes de igualdad y conciliación). También he tenido jefes/as y compañeros/as que han sido un desastre a nivel laboral y que también me han ayudado a crecer y a saber cómo no gestionar determinados asuntos.

Las mujeres en general, tanto las que trabajamos como las que no (por lo menos fuera de casa, ya sabemos que dentro se trabaja y mucho) nos recomendamos en nuestro escaso tiempo para disfrutar del ocio, tanto películas como series o libros, de la misma manera que profesionales como médicos especialistas o terapeutas cuando nuestros hijos tienen alguna dificultad. Aunque en el ámbito laboral vayamos progresivamente alcanzando cuotas de poder, en el ámbito personal los cuidados siguen siendo nuestros. ¿Qué sería de nosotras mujeres trabajadoras y cuidadoras si no encontráramos a otras mujeres en las que apoyarse?

La rivalidad en el trabajo y en otros ámbitos está exenta de género y depende de la inseguridad personal de cada individuo/a, de los valores, de las fortalezas y debilidades de cada uno/a y del trabajo personal que hayamos realizado.

Si las mujeres no tuviéramos como público objetivo a otras mujeres no empatizaríamos con sus experiencias y no encumbraríamos a otras mujeres a triunfar. Nos quedaríamos ancladas en los estereotipos de éxito, juventud y belleza que la sociedad nos vende y viviríamos a partir de los 40 años amargadas, sintiéndonos fracasadas, en un momento preciso en el que nuestra madurez plena nos permite alcanzar cuotas de poder en el plano social, laboral y personal y disfrutar de la sabiduría que hemos adquirido con la experiencia. Entonces ¿a quién le interesa realmente decir que las mujeres somos las peores enemigas de las mujeres?… La pregunta nos exige una parada a conciencia para ir cambiando el chip de mujeres que odian a otras sin más.

Guapa de cara

3 Dic

guapadecara

Ilustración de Laura Callaghan

La primera persona que me enseño a odiar mi cuerpo fue mi madre.  Me decia que era «guapa de cara» desmenbrándome de mi cuerpo y señalando lo imperfecto que era. Fui una niña regordeta y acomplejada, nunca me consideré guapa. Hasta hace poco, muy muy poco,  me he empezado a querer, he empezado a querer mis pechos, mis piernas, mis brazos, mis hombros, mis pies. Cuando termine la Universidad y en vista de que no encontraba trabajo, decidí arreglar mi cuerpo para alcanzar la perfección y agradar a mi madre, sometiéndome a dietas estrictas. Alcancé la talla 38 después de mucho esfuerzo y tras varios desórdenes alimenticios, me puse una minifalda por primera vez a los 25 años para ir a una fiesta glam con mis amigos en un garito de la Gran Vía. Era una minifalda acharolada de color verde a juego con unos taconazos de plataforma de color verde también, tengo una foto de la época y la miro ahora y me veo escandalosamente atractiva, sin embargo en ese momento me veía gorda. ¡Qué tonta verdad!

Mi madre era alta, delgada y guapa, con facciones angulosas, media melena y un porte de dama de barrio de bien del Madrid de los 70. Recuerdo con cierta envidia su figura, en especial un outfit compuesto por pantalones vaqueros acampanados y camisa de círculos concéntricos de colores. Sin embargo no era especialmente moderna, más bien chapada a la antigua,  era una niña bien, hija de médico. Pasó de hija a esposa de un prestigioso abogado al que conoció en la Universidad Complutense de Madrid. Una pena, ya que había sido una de las pocas mujeres que había tenido la oportunidad de estudiar en aquella época y no la aprovechó.

Mi padre pasaba poco tiempo en casa, y el tiempo que estaba con nosotros lo dividía entre su despacho y la lectura. Hablábamos poco y lo poco que hablaba era para corregir mis imperfecciones: «esa niña tiene que comer menos, tienes que leer más, las señoritas no se sientan así, ¿es que piensas salir con esas pintas?». Con mi hermana Marina era diferente, tenía un caracter distinto al mío, era más pasota, le gustaban las cosas de los chicos, no era nada coqueta y no podían con ella. Con los chicos (3 de 5  hijos) mi padre tenía más feeling que con nosotras pero no dejaba de ser despectivo. David tenía un carácter más sensible, como el mío y Hector se parecía bastante a él, era su ojito derecho, Jorge en seguida tiró por otro lado, era el alternativo, el creativo y el que menos encajaba en una familia como la mía, en cuanto cumplió los dieciocho se marchó a una casa ocupada a compartir residencia con pintores, poetas y músicos (creo que es el que más pronto se dio cuenta que había que poner límites y tirar para otro lado, le apretaba el espacio y la familia que le había tocado).

Mis padres fueron los primeros que me lanzaron a los brazos de cualquiera y me empujaron a relaciones violentas y de desigualdad. Me enseñaron a tragar con cualquier tipo de relación amorosa y a agradar a todos los hombres que se cruzaban en mi camino con tal de formar una familia y que no se me pasara el arroz… La relación entre ellos era también de desigualdad, mi padre era el dueño de la pasta y hacia y deshacía a su antojo, entraba, salía pero mi madre no tenía ninguna libertad de movimiento ni decisión, ni círculo de amigas, ni un mundo propio, dependía totalmente de él. En todos estos planes que tenían para mí,  por lo menos entraba la independencia económica (una concesión que me grabó a fuego mi madre). Y así, fui enlazando una relación con otra, dejándome pisotear como un gusano, con tal de complacer a los hombres y de ganar al reloj biológico. Mi relación más larga duró dos años en los que aguanté todo tipo de vejaciones y humillaciones. Conocí a Javier en la Facultad, un niño pijo de familia bien del barrio de Salamanca que encantó sobre todo a mi madre, que se empeño en que la relación saliera adelante. Pero Javier me controlaba, era un celoso compulsivo. Tenía que indicarle a cada momento dónde y con quien estaba, era un manipulador emocional y un tío inseguro (me di cuenta después, por eso necesitaba controlarlo todo). Le terminé dejando, con mucho trabajo y mucha presión para no hacerlo por parte de mi familia que me auguraba una vida de lujo y tradición: con mi casa, mi coche, mis hijos y mi asistenta…

Mi vida fue durante unos años vertiginosa, madrugaba, trabajaba, no comía, no podía parar un minuto en casa, tenía que estar en todos los eventos sociales rodeada de cualquiera que me dijera lo maravillosa que era y  lo guapa y delgada que estaba.  Quien me hiciera sentir así durante unos minutos tenía premio y sexo inmediato. La impulsividad dominó mi vida durante muchísimos años (de hecho solo he sido consciente después de la terapia en la que he conseguido parar). Me echaba a las calles para encontrar recompensa, en mi interior había tal confusión y movimiento que no podía parar un minuto quieta. La secuencia de mi vida durante estos años fue trabajar, salir, drogarme, rodearme de gente que no me convenía, muy muy superficial y que no sabían el verdadero sentido de la amistad, pero que me convertía en reina por unas horas y me hacía sentir increíble. Cuando acababa la fiesta y les llamaba porque me sentía mal después del pasote y posterior bajón de las drogas, ni me escuchaban, necesitaba hablar y desahogarme pero no estaban ahí, solo me acompañaban de fiesta.  Esa misma impulsividad y ansiedad me impedía dormir después de una noche de fiesta y a veces cocaína, por lo que recurría al Diazepam para descansar…

Yo era una chica responsable de verdad,  educada, culta, estudiosa, hablaba inglés y francés (lo que me daba la oportunidad de encontrar trabajo rápido)  pero reconozco que me pasé, estaba totalmente desconectada, salía a diario y me levantaba muy pronto, no podía seguir el ritmo, así que perdí dos trabajos después de mentiras y una vida paralela y maravillosa que me inventé para justificar mis ausencias.

No sé qué detalles quieres que te dé más aunque creo que te puedes hacer una idea así a priori… Solo sé que estoy agotada, es como si tuviera cables desconectados en mi cabeza y necesito recomponer el puzzle de mi vida, necesito parar, revisar lo que han sido mis relaciones sentimentales hasta aquí, acabar con todo esto,  quererme más a mi que a cualquier mierda que se cruce en mi camino, trabajar mi autoestima (ya se que lo estoy haciendo y he ganado mucho en todo este tiempo) pero se que me queda mucho trabajo por delante. Confio en tí a ciegas como terapeuta, el primer paso es darse cuenta y ya lo he hecho… para atrás ni para tomar impulso…

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Bambino, mi infancia y la nostalgia

2 Jul

Anoche acudí a un concierto homenaje a Bambino en el Centro Cultural Conde Duque en Madrid donde actuaron Raúl Rodríguez, Miguel Campello, Pedro el Granaíno, Maui, Fernando Soto, Makarines y Diego Guerrero entre otros. Durante mi vida no he sido consciente, del hecho de haberme criado cerca de un mito, de un artista incomparable.  Mi padre fue su representante artístico la mayor parte de su carrera y en los últimos momentos de su vida (la de Bambino) organizó un festival homenaje en el  Teatro Reina Victoria de Madrid para recaudar fondos por su enfermedad terminal, un cáncer de garganta, que le impidió vivir de su arte y morir prácticamente en la miseria en el año 1999 a los 59 años de edad. Seis años más tarde en 2005 fallecería mi padre de un cáncer de pulmón a la edad de 64 años.

Bambino se bebió la vida, fue un gozador en toda la regla, vivió el presente y no pensó en el futuro, futuro que le depararía una muerte precipitada e injusta. Era el Madrid de los 80 de juergas flamencas, salas nocturnas cuando Cleofás, la sala Villarosa y Florida Park formaban parte del circuito de salas de ocio. Mi padre programaba estas salas y otras más con ventrílocuos, cómicos, cantaores, bailaores… eran otros tiempos de un submundo de garitos con sótanos llenos de humo, juergas flamencas hasta altas horas de la madrugada, cubalibres, cocaína, palmeros…

Letras profundas las de Bambino, viscerales,  desgarradas de amor y  sobre todo de desamor interpretadas desde las entrañas de un cantaor único e irrepetible. Si por algo destacaba era por ser un gran intérprete.

bambino

Y en ese ambiente moderno y rodeados de artistas crecimos mis hermanos y yo. Anoche cuando volví a oír los temas que han formado parte de mi infancia, vino a mi memoria mi padre, trajeado con un traje verde de alpaca a juego con sus ojos verdes, yendo a trabajar  y a recorrer salas de fiesta para contratar artistas y traer dinero a casa (aunque ocio y trabajo fueron de la mano también en su vida). Me acordé de que cuando yo salía de casa para ir al colegio a veces me cruzaba con él que volvía de trabajar con olor a humo y los ojos rojos de sueño (o eso quiero creer). Mi 14 cumpleaños lo celebramos de cena en familia y después en Florida Park donde Bambino me dedicó su concierto «a una niña que se hace mujer a la que he visto casi nacer y crecer». Recuerdo también el olor a canuto de algunos garitos, los gitanos, los palmeros, el arte, la fiesta,  el olor a cerrado mezclado con ambientador y tabaco de algunas salas de fiestas de Madrid, el ambiente canalla de infieles que salían de su escondite por las noches y se paseaban de la mano de sus jóvenes amantes. También fui testigo  a medida que crecía de relaciones homosexuales en la clandestinidad de los antros de la época, de travestís y transformistas mezclados con flamencos, de libertad y respeto, de espacios libres de juicios y de prejuicios…

Bambino era un hombre tímido, a veces tartamudeaba al hablar, pero se subía a un escenario y se transformaba en una especie de Dios al que el público veneraba, jaleaba y adoraba a partes iguales. Creo que no he sido consciente hasta su muerte de la importancia y la influencia  de este artista en mi vida, de mi amor por el flamenco y por su figura y lo que me aportó como persona. Tampoco he sido consciente de que mi padre me hizo una mujer tolerante, un poco artista, normalicé ambientes peculiares muy bien recreados en las pelis de Almodovar, que igual no me tocaba conocer tan pronto, no lo se.

Esta vida de fiesta y farándula de mi padre tuvo un coste emocional en la familia, en la relación de pareja con mi madre, tanto en la vida de mis hermanos como en la mía y en su propio destino tristemente unido al de Bambino con su precipitada muerte también. Pero esa es otra historia que queda en la intimidad de los míos y de la que a lo mejor algún día  en un acto de catarsis me gustaría hablar… Agradezco a la vida la oportunidad de crecer, aprender y ser al lado de uno de los grandes.  Allá donde estés ¡Ole Bambino, va por tí!

Las relaciones igualitarias

18 Ene

Una amiga que me quiere bien, me ha pedido que opine sobre las relaciones, sobre el amor. Dice que como se me da bien escribir y soy una tía «trabajada» le gustaría que escribiera al respecto en base a mi experiencia… Es cierto que he leido y seguido a mujeres que saben mucho más que yo del tema como Kate Millet, Chimamanda Ngozi, Rosa Montero o Laura Freixas por citar a algunas y no hacen más que reforzar mi idea sobre las relaciones, del mal que nos ha hecho a las mujeres el amor romántico en nuestras vidas: «El amor ha sido el opio de las mujeres como la religión de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban» (Kate Millet). Nos han vendido una dulzura y una irrealidad en distintas películas, que es muy difícil despegarse de la idea, que ha empañado la naturaleza de nuestras relaciones, de que el amor lo puede todo. Pero del amor romántico ya hay muchas autoras expertas, a mí me gustaría ahondar  las relaciones igualitarias partiendo desde el amor no romántico. Tomo el lugar de la consejera Elena Francis del siglo XXI en este post, aunque detrás de aquel personaje radiofónico (1947-1984) con esos consejos tan poco ortodoxos y viejunos, estaba el escritor Juan Soto Viñolo, de ahí lo del  puro, las zapatillas y el brandy para tu marido cuando llegaba cansado del trabajo a casa. Era la voz de una mujer habitada por un cuerpo y una mente de hombre, muy perverso todo.

Laura Callaghan

Ilustración de Laura Callaghan

Lo cierto es que en las relaciones  igualitarias hoy en día, cada vez más mujeres (las principales damnificadas del amor romántico) somos conscientes de que no se mantienen solo por amor, hay que currárselo y mucho. Al igual que las amistades, hay que revisarlas, ver si compensa, si el otro o la otra cumple nuestras expectativas, si las expectativas son demasiado altas o si se ha llegado a un punto en el que finiquitar la relación.  Es importante definir tu parcela propia, aquello con lo que nos llenamos fuera de la pareja para darlo todo dentro: el yoga, canto, baile africano, la música, el teatro o whatever... Reconozco que esta parte me ha costado y he tenido que currármela con acuerdos pero en la dinámica igualitaria hay que hablar, discutir y buscar soluciones si se tienen  ganas de que algo funcione.

Mi experiencia en este terreno es que cuando dejas de admirar, dejas de querer, cuando pasas a tu pareja a otro estatus que roza lo absurdo, el esperpento, el amor se evapora. También están las expectativas que ponemos en la pareja, los perfiles que buscamos y que se adaptan a nuestro ideal, los estereotipos. En este mundo rápido en el que no tiene cabida la pausa, ni tomarse un tiempo y un respiro para decidir, no nos paramos a escuchar al otro para ver si nos aporta algo nuevo, aparte de lo que esperamos.  Por eso las herramientas de consumo rápido como Tinder tienen éxito, porque son herramientas que se ajustan al concepto de «no estoy para perder el tiempo», y no dejan de ser una estrategia de marketing para venderte bien, una marca personal que se trabaja cada candidato bajo el slogan del amor.

Otra idea que considero equivocada es que la gente no cambia, la gente sí cambia. Lo único que podemos cambiar cuando no nos gusta la realidad ni las relaciones que tenemos con personas que nos rodean es nuestra actitud (aprendido en terapia). Pero para querer hacerlo hay que tomar consciencia de que se quiere cambiar y hacer un ejercicio de introspección, y si no puedes por ti mismo/a, pedir ayuda a un profesional. Es muy cómodo pedir a la otra persona que cambie sin asumir la culpa y considerar que la responsabilidad no está en tí. El amor no lo puede todo…

¡Cuanto daño ha hecho el machismo en nuestra cultura patriarcal cargando con la responsabilidad de traer el dinero a casa al hombre en las relaciones hetero! los roles de género hoy en día no tienen ningún sentido tal y como está la fuerza del trabajo. Que curre quien pueda y que apechugue con la casa el que no tenga trabajo independientemente del género. Trabajo de equipo o reparto de fuerzas equitativo. ¡Al final las feministas somos un chollo como compañeras! No aspiramos a un médico o un piloto como pareja, solo a ser feliz en relaciones igualitarias y de respeto, intrínseco en el concepto propio del feminismo.

Las aficiones unen mucho y son la tabla de salvación cuando todo lo demás te separa… En mi caso la música y los botellines fueron definitivos.  El sentido del humor como antídoto al malestar, un paseo por el campo en invierno, una buena cena regada con un buen vino, fin de semana de series en casa, una chimenea en una casa rural, lugares comunes compartidos que hacen la vida más agradable…

Confieso que si a estas alturas me tuviera que vender en Tinder lo iba a tener complicado aunque no tendría ningún problema como herramienta de consumo rápido. Mi anuncio sería más o menos así: «Me encanta la música, los conciertos, viajar, leer y tomarme unos botellines… Busco a alguien con visión de género y que haga equipo conmigo»… No se si muchos pasarían el filtro de la visión de género tal y como está el patio, pero lo de los botellines fundamental, y la música todavía más.

Dudo si habré cumplido las expectativas de mi amiga con esta visión que me proporcionan mis gafitas moradas de las relaciones. Como lo personal es político qué mejor que empezar en el ámbito doméstico a ejercer la igualdad y a trabajar las relaciones para que se saneen. Quizás podemos convertirnos en referente para las compañeras que estén atascadas en relaciones tóxicas y por supuesto debemos de continuar  la lucha en las calles el 8 de marzo. Planazo ¿no?

A VECES ME PIERDO…

11 Ene

A veces me pierdo y pierdo la perspectiva  de por qué abrí este blog. Pasa como todo en la vida, te pierdes y luego cuesta encontrar el sentido de las cosas. Se trataba de dar mi opinión de la actualidad que en ese momento estaba de color hormiga, lo malo es que pasado el tiempo lo sigue estando, pero justo en ese momento tenía mucho que decir… A esta etapa le ha sucedido otra etapa de introspección, de búsqueda de un lugar propio habitado por una nueva mujer en el que han ocurrido muchas cosas.

SaraShaekel

En este tiempo he aprendido muchísimo de feminismo, al que llegué por pura identificación, es como de repente un día vas al  médico, le cuentas cómo te sientes y te diagnostica: «si su perspectiva ha cambiado bienvenida, es usted feminista, tome ud. sus gafas violeta para verlo todo más claro a partir de ahora». He criado a un adolescente con Asperger con mucho dolor, he abandonado espacios inseguros y personas tóxicas,  he salido en los medios (con el caso de la desescolarización de mi hijo), he sentido lo que es ser una outsider del sistema, en definitiva he aprendido a manejar la barca de mi vida y a reconciliarme con mi realidad y disfrutar de ella después de un proceso terapeútico. Y he repasado post de Facebook de hace años que hoy en día me han puesto la cara colorada… Sí, el paso del tiempo es evidente incluso en estas cosas.

Dentro del feminismo he tenido la oportunidad de acercarme a grupos variados y a mujeres que se han saltado de la virtualidad a la realidad para ser mis amigas. Este blog me ha dado la enorme satisfacción de acercarme a Mujeres Imperfectas y a sus creadoras como May Serrano y Silvia Allende entre otras,  donde cuestionamos los estereotipos de la mujer, hicimos y hacemos activismo y hemos compartido momentos maravillosos txacolí en mano. Ellas saltaron de Internet a la realidad para abrirme los brazos y convertise en mis amigas y hoy en día continúan su trabajo a través de la Quinta Ola. Con ellas comparto el espacio de Facebook Café para Madres donde nos cuestionamos las distintas maternidades y con las que nos reunimos en Bilbao y Madrid para revisarnos como madres y por qué no tomarnos unos vinos terapeúticos. Ese café fue un apoyo importante en momentos de desesperanza cuando pasó lo de mi hijo Guillermo, su desescolarización, su diagnóstico de Síndrome de Asperger y fue sin duda un revulsivo en mi doloroso camino. Además nos han dedicado el libro de «El patito feo» de la Editorial Cuatro Tuercas de mi amiga Belen Gaudes, algo que me llena de emoción como fan que soy de sus cuentos donde desmontan los estereotipos de género.

En este proceso terapeútico, he aprendido a relacionarme desde la calma, a evitarme sufrimiento, a dejar atrás a la mujer impulsiva, nerviosa y descontrolada en la que me había convertido por circunstancias de la vida. También a convivir con mi dolor y mis ausencias, a permitirme que estén ahí. Sin embargo me siento distinta en un traje en el que entro con dificultades, todavía estoy en fase de adaptación, a veces por exceso, a veces por defecto todavía me aprieta. Es ese malestar que te produce llevar las botas equivocadas cuando sales de ruta por el campo, tú llevas zapatillas abotinadas y todos los demás llevan las justas para no mojarse, que agarren bien, que no se te vaya el pie, es el malestar de exceso o defecto, nunca adecuada, nunca en su medida… El malestar de ser.

También he aprendido la importancia del autocuidado intentando no caer en el egocentrismo. Las feministas a veces nos miramos demasiado el ombligo  rayando en el exilio voluntario y el yo por encima de todo… dificil también pillarle la medida a esto, si bien es cierto que ya nos ha descuidado bastante el patriarcado y tenemos que retomar el lugar y el tiempo perdido.

Una de las cosas más maravillosas que me han ocurrido es reencontrarme con mi amiga Susana con la que había perdido el contacto hace siete años. Las dos habíamos pasado por procesos parecidos sin saberlo y reencontrarse desde la calma ha sido increíble. Ella apoyando desde Change.org mi petición de firmas para conseguir un aula TEA para Guille, compartiendo, hablando de nosotros con cariño… así nos encontramos, con una emoción infinita…

Y pasado el tiempo, en este punto pretendo retomar mi blog, escribir más desde otra perspectiva y seguir perdiéndome y encontrándome porque estas son las consecuencias del rodaje y del camino. Un texto anónimo que encontré por Internet decía: «alguien a quien quise una vez me entregó una caja llena de dolor. Con el tiempo me dí cuenta que esa caja había sido un regalo»… Y ahí andamos, recogiendo cajas, soltando y aprendiendo.